viernes, 29 de mayo de 2009

el racismo en meico

Sociedad indígena: Víctimas del racismo en México
En la actualidad, vivimos un momento de grandes e importantes contradicciones políticas, económicas y sociales donde resurgen el racismo, la xenofobia, el antisemitismo, la intolerancia y el etnocentrismo. Las dos últimas décadas del siglo XX están llenas de procesos acelerados, inevitables e irreversibles como son la crisis económica mundial, la presión de los movimientos demográficos, las guerras, los cambios radicales en los países del Este, y sobre todo, la inseguridad y el miedo por el futuro ante el desempleo y la pobreza.
Aunque en la actualidad el racismo esté erradicado como ideología política, esto no quiere decir que en el pasado no fuera ampliamente difundido y apoyado, ni tampoco que hoy en día las actitudes racistas estén presentes de manera exagerada en la población a tal grado de que hagan imposible la convivencia diaria, es por esto que el objetivo fundamental de este artículo es resaltar las conductas racistas dentro del territorio mexicano en contra de uno de sus sectores sociales más importantes y a la vez discriminados: Los indígenas.
Comenzaremos describiendo a grandes rasgos lo que es el racismo y la discriminación. El racismo tiene sus raíces en la xenofobia, el miedo al extraño, y una actitud que encontramos en los seres humanos, en los grupos sociales que estos forman, incluidas las naciones.
El término raza se utiliza en la cultura occidental desde el momento del primer encuentro con pueblos de características externas diferentes. Desde entonces, hasta la segunda mitad de siglo XX se establece una jerarquía entre las "razas" basándose en diferencias observables: el color de la piel, la forma del cráneo, del cabello, la estructura física, etc. A partir de ahí comienza el postulado de la existencia de diferentes razas, clasificando de esta manera los grupos humanos por sus características biológicas en superiores e inferiores. La raza blanca, desde el primer momento, se consideraba superior, más desarrollada, mejor preparada, y más armada para ser conquistadora. Desde las cunas de la civilización clásica, en la antigua Grecia y luego en Roma se consideraban paganos y salvajes a todos los pueblos cuyas costumbres, dioses y organizaciones de vida social eran diferentes, desconocidas, extrañas y raras.
A lo largo de la historia, sobre todo con la conquista y colonización de América y África, culminó el poder y supremacía de la raza blanca; con su religión monoteísta, que se consideraba por sí sola única y absoluta, y lo que es peor, excluía totalmente cualquier otra forma de vida sociable, cultural y religiosa (indígenas, gitanos, judíos, luego negros, pueblos de religión islámica, eslavos, etc.). Los prejuicios hacia estos pueblos tienen sus raíces ahí y se mantienen hasta hoy.
Del concepto raza sale el término Racismo que defiende la diferencia racial y supremacía de unos pueblos sobre otros. Este calificativo hoy se refiere a cualquier actitud o manifestación que reconoce o afirma tanto la inferioridad de algunos colectivos étnicos, como la superioridad del colectivo propio. También se considera como racismo la justificación de la diferencia racial, pues el uso del concepto "Raza" carece ya de sentido, como lo confirman los científicos de la biología molecular y los genéticos del proyecto Genoma humano, no existen diferencias genéticas.
La lista de manifestaciones racistas, basadas sobre todo en los prejuicios y estereotipos formados durante la historia de las sociedades occidentales, es larga y dependiendo del país, afecta a las creencias, sentimientos y comportamientos personales. Pero además, a través de las estructuras gubernamentales se asienta la exclusión social, la discriminación, la privación de derechos, la segregación. Finalmente las manifestaciones racistas en muchos países, hoy llegan a su punto más dramático en las agresiones, la violencia, expulsiones y exterminio.
La xenofobia, considerada como la base del racismo, es uno de los prejuicios con recelo, odio, fobia y rechazo contra los grupos étnicos diferentes, cuya fisonomía social y cultural se desconoce. En la última década del siglo XX se manifiesta muy agresivamente en todas las sociedades y en lugares donde cohabitan diferentes grupos étnicos, que no están ni mezclados, ni integrados en las comunidades autóctonas. La xenofobia es una ideología del rechazo y exclusión de toda identidad cultural ajena a la propia. Ésta se basa en los prejuicios históricos, lingüísticos, religiosos, culturales, e incluso nacionales, para justificar la separación total y obligatoria entre diferentes grupos étnicos, con el fin de no perder la identidad propia. Combinando estos prejuicios con el poder económico, social y político la xenofobia de la mayoría, rechaza y excluye los extranjeros o inmigrantes a la medida que ve en ellos un competidor por los recursos existenciales.
La crisis socioeconómica en la mayoría de los países en los últimos años ha multiplicado los actos xenófobos que van desde las pintadas, pancartas, folletos, discursos y campañas, hasta los actos de violencia como las agresiones individuales y colectivas, incendios provocados, linchamientos, matanzas y limpieza étnica. A menudo los medios de comunicación insisten en las diferencias culturales, presentando las costumbres y los actos culturales ajenos como cosas raras y sorprendentes. De esa manera también fomentan hostilidad, se impulsa la xenofobia contra los extranjeros (africanos, asiáticos o latinoamericanos), y se potencia la exclusión y rechazo.
El racismo se desarrolló en primer lugar con el genocidio colonizador. En la guerra se tratará de destruir al adversario político y a la raza adversa. El racismo asegura entonces la función de muerte en la economía del poder, sobre el principio de que la muerte del otro equivale al reforzamiento biológico de sí mismo como miembro de una raza o población. Estamos muy lejos del racismo como simple desprecio u odio de las razas. Pero también lejos del racismo como operación ideológica con la que el estado o una clase tratarían de volver contra un adversario mítico las hostilidades. Un estado obligado a la eliminación de las razas, o a la purificación de la raza, debe utilizar el racismo para ejercer su poder soberano. Así, los estados más homicidas son los más racistas. Ejemplo: el NAZISMO. Ningún Estado fue más disciplinario que el régimen nazi, en ningún Estado las regulaciones biológicas fueron administradas de manera más insistente. Poder disciplinario, todo esto atravesó y sostuvo a la sociedad nazi. Sin embargo, al mismo tiempo de la formación de esta sociedad regulativa y disciplinaria, se asiste al desencadenamiento más completo del poder homicida, del viejo poder soberano de matar. Este poder de vida y muerte atraviesa toda la sociedad nazi, porque no es concedido sólo al estado, sino también a determinados individuos. El régimen nazi tenía como objetivos la destrucción de otras razas y la exposición de la propia al peligro absoluto y universal de la muerte. La población entera está expuesta a la muerte, lo que posibilita la superioridad y la regeneración de la raza.
Para profundizar en la definición del racismo resulta útil distinguir entre diferentes tipos y manifestaciones del mismo. Teresa San Román, en su libro Vecinos gitanos, distingue tres niveles de actitud o tendencia racista: el etnocentrismo, que constituye una tendencia bastante universal, incluso casi necesaria (para la protección del grupo frente a los otros, para la identificación positiva de los individuos dentro de su grupo social de pertenencia), las conductas de discriminación, que corresponden más o menos a dar trato de inferioridad a otra persona generalmente por motivos sociales, étnicos, sexuales y las ideologías racistas, que constituyen doctrinas legitimadoras de los dos niveles previos. En el caso mexicano, el tipo de racismo que mejor se puede identificar son las conductas de discriminación y la víctima son los 62 grupos indígenas que comparten el territorio nacional con nosotros.
Ser indígena hoy significa ser parte de una comunidad culturalmente diferenciada. Tiene, por eso, una connotación de identidad, de cultura y también, hoy por hoy, de proyecto político, porque tras cinco siglos de colonialismo, los pueblos indígenas reivindican en nuestra época su identidad como una bandera de lucha, como una forma de resistencia y como una demanda por su reconocimiento, por sus derechos, por su futuro.
¿Quiénes son hoy los indígenas? La población indígena de nuestra nación está formada por 62 grupos étnicos herederos de los primeros pobladores de estas tierras. Lo que los distingue del resto de la sociedad nacional son una serie de rasgos culturales que se expresan en forma particular: el uso de lenguas extrañas y de vestimentas tradicionales, la pertenencia a una comunidad ubicada en un espacio territorial determinado, la integración a redes sociales de correspondencia y retribución, el conocimiento y manejo del medio natural, la utilización de técnicas y tecnologías tradicionales para la producción, la fabricación de artículos para el autoconsumo doméstico y el mercado, y la idea de un pasado común que llega a manifestarse, en algunos casos, como un proyecto compartido de futuro. A continuación se presenta un mapa que señala los 62 grupos indígenas con sus respectivas lenguas:
En la época colonial, ser indígena significaba estar en una posición en que se ponía en duda incluso la capacidad de raciocinio de las personas. En el siglo pasado, el siglo XX, ser indígena implicaba una asociación casi automática con la pobreza, el atraso y la miseria, como su la identidad respondiera a las condiciones de subordinación y explotación en que se ha mantenido a los pueblos indígenas.
Históricamente, la relación entre sociedad nacional y los pueblos indígenas ha estado mediada por la desigualdad en sus distintas variantes, desde la explotación colonial y la explotación criolla, hasta la discriminación y la marginación que se heredaron incluso de los regímenes revolucionarios. El crecimiento y desarrollo de México se basó, en gran parte, en la marginación y pobreza de los pueblos indígenas.
Las poblaciones indígenas pertenecen a una clase socioeconómica baja. Algunos indígenas pasan toda su vida en medio de la pobreza, para que después de tanto esfuerzo les quiten sus tierras. Muchos de ellos han sido marginados a tal punto que cambiaron sus vestimentas, su idioma y hasta su identidad por temor al fracaso social, discriminación y malos tratos.
La exterminación de indígenas comenzó cuando los colonizadores llegaron a nuevas tierras. Entre 1500 y 1600 el número de indígenas en América Central y del Sur descendió de 80 millones a 3.5 millones. Se realizaron asesinatos en masas, tomas de territorios y de pertenencias. Los indígenas demostraron ser realmente fuertes por soportar situaciones límites, es por eso que se ganaron un importante lugar en los temas que conciernen al mundo.
Existe un fondo de contribuciones voluntarias para las poblaciones indígenas. Actualmente, las poblaciones indígenas cuentan con 300 millones de habitantes repartidos en 70 países. La mayoría habita Asia. 30 millones aproximadamente viven en América del Sur. Más del 60% de la población de Bolivia es indígena, y estos constituyen también más de la mitad de las poblaciones de Guatemala y Perú. Solamente 2.5 millones viven en América del Norte, que
es territorio perteneciente al primer mundo.